Para tratar el tema del hedonismo es muy importante citar a Epicuro de Samos (341-270 AC) es aclamado universalmente como el filósofo campeón del hedonismo, pero su real visión sobre el tema del placer no es comúnmente comprendida;actualmente conocido como un predicador de "placeres con moderación".
Epicuro abogaba por una vida de continuo placer como clave para la felicidad el objetivo de sus enseñanzas morales. Su gran perspicacia para satisfacer este fin consistía en identificar el límite de nuestra habilidad para experimentar el placer en cualquier momento. Él estipuló que a partir de un determinado nivel máximo no es posible que el placer tenga un incremento de intensidad, aunque es probable que las sensaciones que sostienen este dichoso pináculo del placer varíen continuamente. Él denominó a esta experiencia punta como ataraxia—palabra griega que significa "imperturbabilidad".
Esta es una importante definición, toda vez que la noción de placer es comúnmente concebida como la de algo que excita los sentidos—pero este no es siempre el caso. Epicuro clasificó a los placeres sensuales como placeres en movimiento; ellos nos mueven a su vez hacia otro tipo de placer: el estado de ataraxia, que es placentero por sí mismo; no significaba desestimar la sensualidad como vicio, sino establecer, más bien, la relación adecuada entre los tipos de placer.
Esta es una importante definición, toda vez que la noción de placer es comúnmente concebida como la de algo que excita los sentidos pero este no es siempre el caso. Epicuro clasificó a los placeres sensuales como placeres en movimiento; esto propuesta no significaba desestimar la sensualidad como vicio, sino establecer, más bien, la relación adecuada entre los tipos de placer.
Para Epicuro la presencia del placer es sinónimo de ausencia de dolor, o de cualquier tipo de aflicción: el hambre, la tensión sexual, el aburrimiento, etc. El proceso de eliminar estos problemas ciertamente conlleva placeres sensuales.
La clase de los deseos "naturales y necesarios" es la de aquellas ansias que necesariamente conducen a mayores penas si no son satisfechas; sin embargo, en circunstancias normales, ellas pueden ser satisfechas de manera más bien fácil. Estas incluyen nuestras necesidades físicas básicas—principal entre ellas está la alimentación (con respecto a esto, Epicuro escribió su epigrama de mayor notoriedad: "la felicidad comienza en el estómago", un dicho que originó la imagen de Epicuro, históricamente imprecisa, como conocedor culinario y dio origen a que en el idioma Inglés se acuñase la palabra "Epicuro" para referirse a una persona de gustos refinados, especialmente en el comer y el beber). La salud, el abrigo y el sentido de seguridad también pertenecen a esta categoría.
La clase de deseos "naturales e innecesarios" son aquellas ansias que no necesariamente conducen a mayor sufrimiento si no son satisfechas, aunque, una vez más, su satisfacción pudiera obtenerse fácilmente. Estos apetitos son aquellos de naturaleza recreativa: la gratificación sexual, la conversación placentera, las artes, los deportes, los viajes, etc.
Finalmente, la clase de deseos "innaturales e innecesarios" corresponden a aquellas ansias que no necesariamente conducen a un mayor sufrimiento de no ser satisfechas, antes bien se materializan al precio de una carga permanente, tal es el caso de la fama, el poder político, la riqueza extraordinaria y otras ambiciones que conllevan los atavíos del prestigio.
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